En el momento de la crisis de los misiles en Cuba, octubre de 1962, Estados Unidos gozaba de una superioridad nuclear decisiva sobre la Unión Soviética. EEUU poseía más de 400 misiles balísticos intercontinentales (ICBM) en comparación con 78 ICBM en el arsenal de la URSS. La enorme ventaja estratégica incluía los sofisticados submarinos Polaris, con poder devastador para un golpe nuclear, y la abrumadora fuerza de choque de alrededor de 1,300 bombarderos nucleares, a diferencia de menos de 200 en el arsenal soviético.
Además, en la década del 60 el tiempo para alcanzar el objetivo era un factor crucial. Tomaba unos 30 minutos para que los misiles soviéticos llegaran a Estados Unidos, un tiempo suficiente para que los estadounidenses tomaran represalias con un devastador contraataque. Desde Cuba los misiles soviéticos hubieran podido destruir la mayor parte de los centros militares y urbanos de Estados Unidos en 7-10 minutos. Este despliegue de los misiles en Cuba hubiera alterado peligrosamente la ventaja nuclear norteamericana.
Anatoly Dobrinin, embajador soviético en Washington y figura decisiva junto a Robert Kennedy en la búsqueda de una solución a la crisis, declaró en sus memorias publicadas en 1995 que los motivos de Khrushchev fueron estratégicos. Escribió: “la medida era parte de una estrategia geopolítica más amplia para lograr una mayor paridad con Estados Unidos”.
Un factor principal en la decisión del Kremlin de introducir misiles nucleares en Cuba fue el fracaso de Bahía de Cochinos, donde John Kennedy fue percibido como un presidente débil e indeciso que colapsaría bajo presión. El siguiente paso fue obtener la cooperación de Fidel Castro. El mensajero fue el embajador Alexander Alexeiev, un veterano agente de la KGB y estrecho colaborador de Raúl Castro.
Fidel Castro acogió la idea de los misiles nucleares en Cuba. En reunión con Alexander, el dictador marxista afirmó: “Es un movimiento muy arriesgado... pero si tomar tal decisión es indispensable para el bloque socialista, creo que estoy a favor del emplazamiento de los misiles en nuestra isla. De esta manera podemos ser las primeras víctimas del encuentro contra el imperialismo”. Con el respaldo de Castro, el traslado secreto y el despliegue se puso en marcha.
Sin embargo, el 14 de octubre un avión U-2 de EEUU tomó fotos que proporcionaron a Washington la primera evidencia sólida de la presencia de misiles soviéticos en Cuba. El 16 de octubre el presidente Kennedy fue informado. Durante los siguientes cinco días, en absoluto secreto, el Presidente y sus asesores más cercanos analizaron las opciones disponibles. Al final se decidió enfrentar, hasta sus últimas consecuencias, el desafío soviético.
El 22 de octubre a las 7 p.m., el presidente Kennedy se dirigió a la nación en un discurso televisado en el que reveló la existencia de misiles nucleares soviéticos en Cuba. Anunció una cuarentena estricta de todas las armas ofensivas enviadas a la isla, y la advertencia a Moscú de que si no las retiraban inmediatamente EEUU estaba dispuesto a sacarlas a la fuerza.
|
No comments:
Post a Comment